🧨 El régimen de los co-presidentes: una dictadura con dos rostros
En Nicaragua, el poder no se ejerce desde una presidencia legítima ni desde una institucionalidad funcional. Se ejerce desde una dupla autoritaria que ha convertido el Estado en propiedad privada: Daniel Ortega y Rosario Murillo, los co-presidentes de facto de un régimen que ha desmantelado la república.
🧬 Dos figuras, un solo control
Desde su retorno al poder en 2007, Daniel Ortega ha consolidado un modelo de gobierno que no responde a los principios de separación de poderes ni a la lógica constitucional. Pero fue a partir de 2017, con la designación de Rosario Murillo como vicepresidenta, que el régimen adoptó una estructura de poder compartido, vertical y simbiótica.
Murillo no es una figura decorativa. Es vocera, ministra, jefa de propaganda, curadora estética del régimen y ejecutora de políticas represivas. Su poder no deriva del cargo, sino de su control sobre los medios, la narrativa oficial y la maquinaria institucional. Ortega, por su parte, se ha replegado a un rol más simbólico, apareciendo solo en momentos clave, mientras Murillo ocupa el espacio público y político.
🏛️ La presidencia como ficción
La Constitución de Nicaragua no contempla el modelo de co-presidencia. No existe una figura legal que permita el ejercicio compartido del poder ejecutivo. Sin embargo, en la práctica, las decisiones estratégicas, los nombramientos, los discursos y las órdenes provienen de ambos, como si fueran una sola entidad.
Este modelo ha generado una profunda distorsión institucional:
Las funciones presidenciales se duplican y se confunden.
La rendición de cuentas se diluye.
La ciudadanía no sabe quién responde por qué decisión.
El poder se ejerce sin transparencia, sin límites y sin legitimidad.
⚖️ Implicaciones jurídicas y democráticas
La co-presidencia informal viola principios fundamentales del derecho público:
Unidad del mando ejecutivo: El poder debe ser ejercido por una sola figura electa, no por una pareja con vínculos familiares.
Responsabilidad política: Si hay dos centros de poder, ¿quién responde ante la ley?
Legitimidad electoral: Murillo no fue electa para ejercer funciones presidenciales. Ortega no fue electo en condiciones democráticas.
Este modelo no solo es inconstitucional, sino profundamente antidemocrático. Es una forma de concentración de poder que impide la alternancia, la fiscalización y la participación ciudadana.
🧨 ¿Qué sigue?
La denuncia del régimen no puede limitarse a la figura de Ortega. Debe incluir a Murillo como co-ejecutora del modelo autoritario. La transición democrática debe contemplar mecanismos para evitar la duplicación del poder, el nepotismo y la manipulación institucional.
Nicaragua no necesita dos presidentes. Necesita una república. Necesita instituciones. Necesita límites.
"Porque cuando el poder se reparte entre dos, pero se fiscaliza por ninguno, lo que queda no es gobierno: es ocupación. NNG"
***Equipo NNG***
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